Desafinen por favor: – Henrich, ¿verdad?

El Gallo, Ópera para actores.

Dramaturgia y dirección de Claudio Valdés Kuri

Música de Paul Barker

¿Qué pasaría si yo como actor me juntara con mis colegas y decidiéramos montar una opera monumental? Seguramente el resultado seria algo muy chistoso, pero si en ves de un grupo de actores veinteañeros desempleados ponemos al experimentado elenco del Teatro de Ciertos Habitantes y en ves de una opera monumental, su director, Claudio Valdés Kuri, crea una dramaturgia propia con música compuesta por el experimentado músico británico Paul Barker, el resultado es my interesante, y por arriba de todo sublime.

El Gallo, ópera para actores, es eso en sus máximas consecuencias: las armas de los ejecutantes no son otra cosa que eso sus años y años de perfeccionamiento de técnica vocal y musical logrando un resultado simplemente asombroso. La pulcritud de sus voces mezclado con el movimiento escénico (a cargo del maestro de Butoh Diego Piñón) crean una acción que te mantiene en presente en todo momento.

La trama: un grupo de cantantes desesperados por el éxito inmediato y sin complicaciones se nos presentan dejándonos ver desde el momento del casting (estéticamente bellísimo), su proceso de montaje y camino al éxito hasta la función final. Vemos toda su humanidad expuesta a través del canto pasando por la competitividad de la profesión misma, a manera de farsa, accionada en lucha libre mexicana, hasta sus relaciones personales deliberadamente expuestas.

Escena por escena todo es un deleite técnicamente hablando, pues el canto en un bello girigai afrancesado, se mezclan con movimientos corporales que también dejan ver los años de trabajo de la compañía. Los 5 cantantes y el director son acompañados por 2 cuartetos de cuerdas dirigidos por otro director fuera de la ficción. La fusión entre el horizonte de la realidad enmarcando al de la ficción (donde habitan los cantantes y sucede la acción) crea una de las experiencias mas interesantes de la puesta en escena.

El Gallo nos habla a manera de metáfora de las sociedades contemporáneas, en la que los intereses individuales espurios ante el absurdo, se anteponen a los de la colectividad. Nada ajeno a nuestros tiempos. Claudio Valdés Kuri ha diseñado de manera magistral un espectáculo en el que conviven armoniosamente la expresión Bajtiniana del cuerpo, los matices delicados de la voz, y sobre todo los medievales dispositivos Rabelescos del humor. La risa como la vía de reflexión más aguda para profundizar en nuestra fragmentada condición humana.

Punto y aparte los actores: Me resulta muy interesante e intrigante que no son actores formados en una academia (en términos Platónicos) como nosotros, todos ellos se han formado a lo largo de 2 décadas a la manera antigua dentro de la compañía (Cuenta la leyenda que Valdés Kuri encontró a Fabrina en un vuelo México-París y a Akiko en un mercado de Tokio.) algo muy rescatable dentro de nuestro país, donde las academias son escasas y las compañías, prácticamente, inexistentes.

©Enrique Marín